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9 de junio de 2005

Universidad transnacional. Consumo y desarrollo en México. Primera parte

Al estudiar la proyección internacional de la universidad en el marco de la globalización, los especialistas distinguen dos modelos. El primero compete a los programas de internacionalización basados en convenios de intercambio, a las reglas de coordinación respectivas, y a las iniciativas de armonización curricular de nivel internacional. Este modelo pretende avanzar hacia un esquema eficiente de movilidad internacional. El Espacio Europeo de Educación Superior es el ejemplo más logrado en esa dirección.


El segundo modelo corresponde a la universidad transnacional, involucra procesos de internacionalización con un sentido eminentemente comercial: servicios educativos a cargo de empresas o universidades con fines de lucro en países distintos al de origen. Este modelo avanza gracias a los tratados de apertura comercial, a los esquemas de atracción de inversión extranjera directa, y a las plataformas de comunicación global.

El fenómeno de “nuevos proveedores” transnacionales no se limita, sin embargo, a programas educativos en el extranjero. Entran en esa categoría, por citar otros casos, la oferta de certificaciones profesionales a través de Internet, la venta de cursos y tecnologías educativas diseñadas en el exterior, y los servicios de pruebas para estudiantes, por ejemplo los exámenes del College Board, diseñados en EUA, que varias universidades públicas y particulares de México utilizan en vez de las pruebas de admisión del CENEVAL.

Según la tipología de la OMC, el flujo transnacional de servicios implica diferentes modos de suministro: provisión a través de las fronteras (tipo 1), consumo en el extranjero (tipo 2), provisión en los países destinatarios (tipo 3), y presencia de personas físicas del país proveedor en el consumidor (tipo 4).

Al primer tipo corresponde la educación a distancia de alcance internacional. El segundo, el más común y de mayor peso económico, concierne al tránsito de personas para cursar estudios en el exterior. El tercero se refiere a la inversión extranjera directa en servicios educativos; y el cuarto a la internación temporal de personal para trabajar, ya sea en instituciones extranjeras establecidas en el país receptor o en instituciones nacionales que contratan un servicio específico. En la vida real, estos modos tienden a combinarse, así, por ejemplo, los proveedores transnacionales Laurete y Apollo operan los cuatro modos de suministro simultáneamente.

Se piensa que el modelo transnacional tiene una dirección exclusiva, de los países desarrollados a los subdesarrollados. Aunque esa una pauta general, ha comenzado a despuntar un proceso complementario, la oferta transnacional dentro de bloques regionales. Por ejemplo, Australia funge como un proveedor transnacional relevante en el área Asia-Pacífico, Chile ha comenzado a hacerlo en la zona andina, y Colombia explora oportunidades en Centroamérica y el Caribe. Conviene aclarar que, cuando se menciona a los países involucrados en flujos comerciales, en realidad se alude a empresas e instituciones, porque la internacionalización del capital se origina en el nivel de la firma y se concreta en contratos entre empresas, o entre éstas y organizaciones del sector público.

La condición mexicana

¿Cuál es la situación de México en este proceso? Para describirla a grandes rasgos hay que considerar varios elementos. Primero, el sector de servicios educativos particulares del país está abierto a la inversión extranjera directa, con sólo dos limitaciones. Por un lado, que la inversión foránea no rebase el 49 por ciento del valor de la institución nacional asociada. Por otro, que se cumplan requisitos de la SEP para el registro de programas, y se atiendan las reglas de revalidación aplicables, por ejemplo en programas de doble título La norma de inversión acepta excepciones con autorización de la Comisión Nacional de Inversiones Extranjeras. Este marco es de observancia general y está presente en todos los tratados de libre comercio suscritos por México, comenzando por el TLCAN. Ello significa que el inversionista extranjero cuenta con los mismos requisitos y ventajas que el nacional.

Segundo. A pesar ser un sector abierto a la inversión foránea, todavía es escasa la presencia de proveedores extranjeros. En educación superior destaca la inversión de Laureate Education Inc. en la Universidad del Valle de México, que hemos comentado repetidamente. El Apollo Group Inc. ha iniciado actividades en algunos “Centros de Aprendizaje” en Chihuahua, y a través de alianzas puntuales con otras instituciones, como el Centro de Estudios Tecnológicos y Superiores (CETYS) de Baja California. Apollo continúa explorando opciones y tiene prevé la apertura de una sucursal de la Phoenix University en Ciudad Juárez.

El consorcio Alliant International Universities mantiene presencia en el país mediante la Universidad Internacional de México. El Informatics Holding Ltda. (Singapur) estableció una alianza con la UNITEC para el desarrollo de programas educativos en tecnologías digitales, mediante la cual la universidad participa como consumidor primario, pero también como operador autorizado de la franquicia Informatics Institute.

Si se compara con la inversión extranjera en otros sectores -por ejemplo servicios financieros, telecomunicaciones o turismo-, el capital foráneo en educación es poco significativo, sea que se mida en función de la inversión extranjera total, o bien como proporción de la oferta total del sector. Su importancia, por ahora, es más de orden cualitativo y puede apreciarse a la luz de las implicaciones de tal modelo sobre la oferta curricular, los servicios de valor agregado, y los esquemas de gestión y promoción de las universidades privadas y aún de las públicas. Seguiremos con eso la próxima semana.

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