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22 de noviembre de 2007

Política azul y oro

Horas antes de que la Junta de Gobierno diera a conocer el nombre de José Narro Robles como rector de la UNAM para 2007-2011, se llevó a cabo la presentación del libro Política azul y oro. Historias orales, relaciones de poder y disputa universitaria, de Imanol Ordorika Sacristán y Rafael López González, impreso en coedición por la editorial Plaza y Valdés y el Seminario de Educación Superior de la propia universidad.

El libro propone la cuestión: ¿hacen política los universitarios? y apunta: “El simple hecho de plantear esta pregunta implica tomar una posición en el debate sobre política y universidad y a la vez entraña un reconocimiento del carácter político de las instituciones universitarias”. (pág. 13). Pareciera una pregunta obvia, no lo es en el contexto de una institución, como la UNAM, en que sus normas fundamentales, sus órganos de gestión, así como los procesos de deliberación y toma de decisiones de distinto nivel, insisten en la importancia de diferenciar el carácter “técnico” y “académico” de las prácticas de gobierno, de la “política”, entendida ésta como una actividad ajena a la vida comunitaria del campus.
 
A diferencia del extenso trabajo de Ordorika La disputa por el campus: Poder, política y autonomía en la UNAM 1944-1980 (Plaza y Valdés y CESU-UNAM, 2006), en que la reflexión sobre el mismo tema es abordada desde un punto de vista historiográfico y sociológico, este nuevo libro da la voz a múltiples protagonistas de la historia reciente de la Universidad Nacional y explora, junto con ellos, la cuestión propuesta. Se trata entonces, en lo fundamental, de un libro de entrevistas. Las mismas, por cierto, en que se sustenta la vertiente sociológica de “La disputa por el campus”.
 
Género híbrido entre historia oral y periodismo, resuelto con extraordinaria habilidad por los autores: Ordorika en calidad de reportero, con hipótesis de investigación más que preguntas curiosas a cuestas, y López González con un trabajo de edición que aprecio impecable por invisible. Sin desmedro del tono coloquial propio de una conversación, el lector puede seguir con facilidad los argumentos, opiniones y juicios de los entrevistados, ya en la narración de anécdotas ya en expresión de reflexiones.
 
Desfilan en las páginas de Política azul y oro... ex rectores (Guillermo Soberón Acevedo y Francisco Javier Barnés de Castro), integrantes del statu quo universitario en distintas épocas y protagonistas del sindicalismo universitario y los movimientos estudiantiles de los últimos años. El abanico es amplio, aunque circunscrito a los confines de la máxima casa de estudios, como suele designarse a la Universidad Nacional.
 
¿Verdades reveladas? Hay algunas y muy importantes en el entretejido del libro. No será este el lugar para desvelarlas pero sí para recomendar una lectura cuidadosa desde ese ángulo. ¿Coincidencias o divergencias de opinión entre los protagonistas? Curiosamente ambas. Situados en polos opuestos por su experiencia en la UNAM, los entrevistados coinciden, sin embargo, en ponderar el valor social de la institución, su importancia para la vida nacional, su peso específico en la ecuación política del país, entre otros aspectos. Difieren, es de esperarse, en su interpretación de los complejos vínculos entre el Estado y la universidad, así como en la intelección de las relaciones de poder al seno de la institución.
Lo más llamativo: ninguno de los entrevistados niega o reniega de la política universitaria, en todo caso la califica. Al respecto los matices son múltiples, casi tantos como el número de entrevistados presente en el volumen. Tómese como botón de muestra algunas de las respuestas a la pregunta básica del trabajo, ¿se hace política en la universidad?
 
Miguel José Yacamán, candidato a rector en 1988 y 1992, responde: “Desde luego se hace política. Absolutamente. Los actores de la política son los funcionarios que buscan preservarse dentro de un sistema. Yo diría (además) que la UNAM ha estado al centro de las grandes decisiones políticas nacionales”. Gilberto Guevara Niebla, líder estudiantil en 1968, puntualiza: “Evidentemente la política debe ser materia sustancial de la actividad universitaria. Por ejemplo, la dimensión ciudadana y la dimensión democrática. ¿Qué queremos? Nosotros pretendemos que la Universidad se comprometa, institucionalmente, con el debate político nacional.”
 
Henrique González Casanova, ya fallecido, miembro de la Junta de Gobierno de 1978 a 1983, brinda una respuesta formal: “Suponer el poder político como algo ajeno a la sociedad es impedir el análisis del poder. Suponer el Estado como algo que no tiene que ver con la sociedad es admitir, de antemano, que el Estado se puede comportar, indefinidamente, arbitrariamente. Suponer que la universidad tiene conciliábulos para imponer, no sería sino un aspecto mínimo y relativamente sin importancia frente al hecho de cuáles son las condiciones económicas, sociales, culturales en que opera la universidad.”
 
En cambio, Guillermo Soberón Acevedo, rector de 1973 a 1981 propone un deslinde: “Quiero ser muy claro, la política es una materia de estudio en la Universidad; debe haber interés por la vida política. Lo que pasa es que la universidad no debe ser arena política”. La indagación sobre la “politicidad” universitaria es un motivo central de este volumen, pero no el único. Temas como las relaciones laborales, el acceso escolar a la institución y la regulación del personal académico son explorados en profundidad. En fin, un libro de lectura obligada para los interesados en la UNAM, pero también una contribución relevante al análisis de la política mexicana.

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