Horas antes de que la Junta de Gobierno diera a conocer el nombre de José
Narro Robles como rector de la UNAM para 2007-2011, se llevó a cabo la
presentación del libro Política azul y oro. Historias orales, relaciones de
poder y disputa universitaria, de Imanol Ordorika Sacristán y Rafael López
González, impreso en coedición por la editorial Plaza y Valdés y el Seminario de
Educación Superior de la propia universidad.
El libro propone la cuestión: ¿hacen política los universitarios? y apunta:
El simple hecho de plantear esta pregunta implica tomar una posición en el
debate sobre política y universidad y a la vez entraña un reconocimiento del
carácter político de las instituciones universitarias. (pág. 13). Pareciera una
pregunta obvia, no lo es en el contexto de una institución, como la UNAM, en que
sus normas fundamentales, sus órganos de gestión, así como los procesos de
deliberación y toma de decisiones de distinto nivel, insisten en la importancia
de diferenciar el carácter técnico y académico de las prácticas de gobierno,
de la política, entendida ésta como una actividad ajena a la vida comunitaria
del campus.
A diferencia del extenso trabajo de Ordorika La disputa por el campus: Poder,
política y autonomía en la UNAM 1944-1980 (Plaza y Valdés y CESU-UNAM, 2006), en
que la reflexión sobre el mismo tema es abordada desde un punto de vista
historiográfico y sociológico, este nuevo libro da la voz a múltiples
protagonistas de la historia reciente de la Universidad Nacional y explora,
junto con ellos, la cuestión propuesta. Se trata entonces, en lo fundamental, de
un libro de entrevistas. Las mismas, por cierto, en que se sustenta la vertiente
sociológica de La disputa por el campus.
Género híbrido entre historia oral y periodismo, resuelto con extraordinaria
habilidad por los autores: Ordorika en calidad de reportero, con hipótesis de
investigación más que preguntas curiosas a cuestas, y López González con un
trabajo de edición que aprecio impecable por invisible. Sin desmedro del tono
coloquial propio de una conversación, el lector puede seguir con facilidad los
argumentos, opiniones y juicios de los entrevistados, ya en la narración de
anécdotas ya en expresión de reflexiones.
Desfilan en las páginas de Política azul y oro... ex rectores (Guillermo
Soberón Acevedo y Francisco Javier Barnés de Castro), integrantes del statu quo
universitario en distintas épocas y protagonistas del sindicalismo universitario
y los movimientos estudiantiles de los últimos años. El abanico es amplio,
aunque circunscrito a los confines de la máxima casa de estudios, como suele
designarse a la Universidad Nacional.
¿Verdades reveladas? Hay algunas y muy importantes en el entretejido del
libro. No será este el lugar para desvelarlas pero sí para recomendar una
lectura cuidadosa desde ese ángulo. ¿Coincidencias o divergencias de opinión
entre los protagonistas? Curiosamente ambas. Situados en polos opuestos por su
experiencia en la UNAM, los entrevistados coinciden, sin embargo, en ponderar el
valor social de la institución, su importancia para la vida nacional, su peso
específico en la ecuación política del país, entre otros aspectos. Difieren, es
de esperarse, en su interpretación de los complejos vínculos entre el Estado y
la universidad, así como en la intelección de las relaciones de poder al seno de
la institución.
Lo más llamativo: ninguno de los entrevistados niega o reniega de la política
universitaria, en todo caso la califica. Al respecto los matices son múltiples,
casi tantos como el número de entrevistados presente en el volumen. Tómese como
botón de muestra algunas de las respuestas a la pregunta básica del trabajo, ¿se
hace política en la universidad?
Miguel José Yacamán, candidato a rector en 1988 y 1992, responde: Desde
luego se hace política. Absolutamente. Los actores de la política son los
funcionarios que buscan preservarse dentro de un sistema. Yo diría (además) que
la UNAM ha estado al centro de las grandes decisiones políticas nacionales.
Gilberto Guevara Niebla, líder estudiantil en 1968, puntualiza: Evidentemente
la política debe ser materia sustancial de la actividad universitaria. Por
ejemplo, la dimensión ciudadana y la dimensión democrática. ¿Qué queremos?
Nosotros pretendemos que la Universidad se comprometa, institucionalmente, con
el debate político nacional.
Henrique González Casanova, ya fallecido, miembro de la Junta de Gobierno de
1978 a 1983, brinda una respuesta formal: Suponer el poder político como algo
ajeno a la sociedad es impedir el análisis del poder. Suponer el Estado como
algo que no tiene que ver con la sociedad es admitir, de antemano, que el Estado
se puede comportar, indefinidamente, arbitrariamente. Suponer que la universidad
tiene conciliábulos para imponer, no sería sino un aspecto mínimo y
relativamente sin importancia frente al hecho de cuáles son las condiciones
económicas, sociales, culturales en que opera la universidad.
En cambio, Guillermo Soberón Acevedo, rector de 1973 a 1981 propone un
deslinde: Quiero ser muy claro, la política es una materia de estudio en la
Universidad; debe haber interés por la vida política. Lo que pasa es que la
universidad no debe ser arena política. La indagación sobre la politicidad
universitaria es un motivo central de este volumen, pero no el único. Temas como
las relaciones laborales, el acceso escolar a la institución y la regulación del
personal académico son explorados en profundidad. En fin, un libro de lectura
obligada para los interesados en la UNAM, pero también una contribución
relevante al análisis de la política mexicana.