En 2004 el Fondo de Cultura Económica (FCE) publicó la investigación de Pablo
Latapí Sarre titulada La SEP por dentro: las políticas de la Secretaría de
Educación Pública comentadas por cuatro de sus secretarios (1992-2004).
Con el
propósito de indagar las continuidades y transformaciones de un grupo de
políticas clave en el desarrollo reciente de la educación pública nacional, el
autor conjuga dos oficios en que sobresale: el de investigador educativo con
vocación interdisciplinaria, que transita con agilidad de la filosofía a la
historia y de ésta a la pedagogía, la sociología educativa y el análisis
político de coyuntura, y el oficio periodístico forjado en la disciplina de
escribir, por décadas, comentarios sobre la actualidad educativa del país.
En La SEP por dentro, Latapí analiza cuatro de las políticas eductivas
derivadas del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica,
suscrito en 1992 por la SEP y el SNTE: la descentralización de la educación
básica; la revisión curricular y la producción de libros de texto; las reformas
del magisterio (reformas a las normales, actualización docente y Carrera
Magisterial), y la participación social en educación. El estudio procede en dos
planos: a través del análisis de textos y documentos relevantes a los temas
tratados, y mediante entrevistas estructuradas con los principales responsables
de la implantación de dichas políticas, los secretarios de Educación Pública del
período. No todos, por cierto. Aceptaron ser encuestados Fernando Solana, José
Ángel Pescador, Miguel Limón y Reyes Tamez. Faltó Ernesto Zedillo, quien no
aceptó la entrevista, y Fausto Alzati, irrelevante para la investigación.
La obra consigue ampliamente su cometido de investigación: ubica las
políticas en contexto, explora sus alcances y límites, reconstruye la trama de
relaciones e intercambios entre los actores políticos fundamentales, y ofrece al
lector una aguda interpretación acerca de los constreñimientos digamos
estructurales que han impedido la implantación cabal de los objetivos del
federalismo educativo, la reforma curricular de los niveles de la educación
básica, la transformación del magisterio, y la participación de la sociedad en
la definición de la agenda educativa y la gestión escolar.
El punto de vista de los entrevistados da otra dimensión al texto de Latapí:
el registro de matices. Al presentar la perspectiva de los protagonistas la obra
se interna en un territorio hasta cierto punto virgen, la densa y compleja trama
de las decisiones políticas, aquella en que intenciones y posibilidades se
trenzan, traduciéndose en éxitos o en fracasos.
La SEP por dentro ha sido objeto de lúcidas reseñas. Tan pronto como aparció,
Manuel Gil Antón dedicó a ella el artículo Adentro de la SEP (Crónica,
11/04/05), y en Campus núm. 122, el colega Carlos Pallán Figueroa SEP: 4
secretarios 4 (31/03/05). Pedro Flores Crespo, colaborador frecuente de este
suplemento, elaboró una sólida reseña académica publicada, con el mismo título
de la obra, en la Revista Mexicana de Investigación Educativa (núm. 26, 2005,
págs. 957-964). No obstante, quizá la mejor recensión del volumen es también
obra de Latapí, en su artículo La política educativa del Estado mexicano desde
1992, Revista Electrónica de Investigación Educativa (vol. 6, núm. 2, 2004)
como adelanto del libro cuando aún estaba en proceso de revisión.
Si La SEP por dentro es, en algún sentido, un ejercicio instrospectivo de
la política educativa mexicana, el más reciente trabajo de Latapí, entregada a
los lectores hace apenas unas semanas con sello editorial del Fondo de Cultura
Económica y el título Andante con brío. Memoria de mis interacciones con los
secretarios de Educación (1963-2006), es, en definitiva, el autoanálisis de un
investigador educativo, sin duda el principal del país.
Para responder a la pregunta: ¿en qué medida los investigadores pueden
influir en la política educativa?, Latapí recorre su experiencia de
interacciones con los encargados del despacho de Educación Pública desde
comienzos de la década de los sesenta hasta el presente. Pero el volumen no se
limita a eso. Para comenzar, el autor nos ofrece un interesantísimo recuento de
las relaciones entre Iglesia y el Estado en el México del siglo XX. Lo hace
tanto a través de la narración de su formación como investigador educativo, en
un principio dentro de la Compañía de Jesús, al cabo con independencia de la
orden, pero también mediante el análisis sistemático sistemático de la historia
de esas relaciones.
Más adelante Latapí revisa la naturaleza de sus relaciones con los
secretarios de Educación: de Torres Bodet a Reyes Tamez, y en esa perspectiva su
participación, como especialista, en el mundo de la política educativa nacional.
Aclara el autor la diversidad de sus contactos con los altos funcionarios de la
SEP: prácticamente nula con Torres Bodet, Yáñez, González Avelar y Alzati; de
crítico externo con Bravo Ahuja, Muñoz Ledo, Reyes Heroles y Barlett; como
asesor informal de Zedillo y Tamez, y como asesor formal de Solana, Pescador y
Limón.
Las funciones desempeñadas como crítico, asesor no formal y asesor formal
son examinadas por el autor con una mirada rigurosamente autocrítica. De su
experiencia personal deriva agudas observaciones sobre los efectos de la crítica
fundada en conocimiento especializado, y sobre el grado de influencia de la
investigación educativa en el marco de relaciones de colaboración. En ambos
opciones, concluye Latapí, el efecto es limitado, pero no intrascendente.
El libro se presentó en la Librería Octavio Paz del FCE el pasado 11 de
junio. Participaron como comentaristas Alberto Arnaut, Jesús Álvarez y Manuel
Gil Antón. Es posible que sus comentarios, todos muy atinados, adopten luego la
forma de reseñas. Pero, para variar, Latapí se adelantó: ¿Pueden los
investigadores influir en la política educativa?, Revista Electrónica de
Investigación Educativa, vol 10, núm. 1, 2008.