Este año habrán de celebrarse varias reuniones internacionales con la
finalidad de evaluar los avances de la primera década del siglo y, en su caso,
proponer una nueva plataforma de cara al próximo decenio.
Dos de ellas destacan
por su muy probable influencia en la definición de los temas de la agenda
futura, tanto en el nivel de las políticas públicas sectoriales como, también,
en la orientación de cambios en el plano institucional: la Conferencia Mundial
de Educación Superior (CMES) 2009, organizada por la UNESCO, y la reunión de
cierre del Proceso de Bolonia.
La conferencia de la UNESCO está programada para los días 6 a 8 de julio del
presente año, en París. Se titula Las nuevas dinámicas de la educación
superior y viene precedida de varias conferencias y foros preparatorios en
distintas regiones, entre los cuales destacan la Conferencia Regional de
Educación Superior 2008, que tuvo lugar en Cartagena de Indias en junio de 2008;
la Conferencia Regional Asia-Pacífico (Macao) y la Conferencia Regional Africana
(Dakar), en septiembre y noviembre del año pasado; la Conferencia Regional de
los países árabes, que tendrá lugar en Líbano en marzo de este año, así como el
Foro sobre la Educación Superior en la Región Europea (Bucarest), en mayo.
La CMES 2009 busca cumplir un doble propósito. Por una parte, hacer el
balance de los avances conseguidos en la agenda pactada hace una década, es
decir el Plan de Acción derivado de la Conferencia Mundial de la Educación
Superior, también celebrada en París en 1998. Como se recordará, ese encuentro
resultó de fundamental importancia en la definición de nuevos propósitos de
desarrollo en el área. Temas como el énfasis en la equidad social, la relevancia
y pertinencia de la educación superior, así como el acento en el desarrollo de
procesos para lograr y afianzar la calidad académica, fueron objeto de debate y
originaron, en el plano internacional, una nueva generación de políticas
sectoriales, así como diversas reformas educativas en este nivel de estudios.
El segundo objetivo de la conferencia de la UNESCO radica en la intención de
perfilar nuevos horizontes y perspectivas. La organización internacional
plantea, al respecto, las siguientes cuestiones: ¿En qué medida la educación
superior de hoy contribuye al desarrollo sostenible en los contextos nacionales
e internacionales? ¿Está el sector respondiendo a las expectativas sociales de
generar cambio y progreso, así como actuar como elemento clave en la
construcción de la sociedad del conocimiento? ¿Cómo contribuye la educación
superior al desarrollo del sistema educativo como un todo? ¿Cuáles son las
tendencias más significativas que permitirán ajustar los nuevos espacios de
educación superior e investigación científica? ¿Cuáles son los nuevos retos de
la calidad y la equidad?
Esos temas, entre otros, serán debatidos en París a mediados del año. Sin
duda alguna, las perspectivas de análisis, así como las conclusiones prácticas a
las que se pueda llegar, marcarán la pauta en el futuro inmediato y, acaso, en
el largo plazo de la educación superior. Lo menos que puede esperarse es que el
acto sirva, como sirvió el de 1998, para asentar compromisos de los gobiernos y
las instituciones que cumplen responsabilidades en el desarrollo de la educación
superior.
Por otra parte, los días 28 y 20 de abril se llevará a cabo la última reunión
del Consejo de la Unión Europea referente al tema del Espacio Europeo de
Educación Superior (EEES). Luego de una década de arduo trabajo, ciclo abierto
con la reunión interministerial de Bolonia en 1999, las máximas autoridades
educativas de los países de la Unión Europea celebrarán, en la ciudad de Lovaina
(Bélgica), la reunión de conclusiones y síntesis del proceso de articulación
universitaria más ambicioso en la historia contemporánea.
Puede anticiparse que el balance destacará, por un lado, la eficiente
construcción de acuerdos y marcos de referencia comunes. También se ponderará,
positivamente, las vertientes de cambio educativo que ha suscitado el proceso en
su conjunto, así como la contribución del EEES en torno del objetivo de
dinamizar la competitividad europea en la era de la globalización. Se desatarán,
con toda probabilidad, los avances en temas como la movilidad internacional de
estudiantes y académicos, la reforma de estructuras curriculares, la asimilación
del enfoque de competencias, la generalización de los procesos de evaluación y
acreditación, así como los avances en la transferencia de créditos y en el
reconocimiento mutuo de créditos y diplomas.
No hay que ser adivino para suponer, además, que se profundizará en el hecho
de que algunos países han avanzado más que otros y que, en varios aspectos
cruciales, queda aún camino por recorrer. Ojalá se haga un balance objetivo de
los problemas y áreas de conflicto que la reforma de la educación superior
europea ha desatado en todos los rincones de la región. Ojalá también se
reconozcan las limitaciones en áreas como la movilidad laboral, así como las
asignaturas pendientes del proceso: la legitimación de los instrumentos del EEES
entre las comunidades de estudiantes, académicos y empleadores.
En todo caso, un lugar central ocupará la discusión sobre lo que se avecina:
o bien una nueva década para consolidar el Proceso de Bolonia o bien su
asimilación en la nueva agenda de la educción superior y el desarrollo
científico tecnológico de la Unión Europea. Al respecto, conviene tener presente
que las autoridades de la región han convenido en impulsar un nuevo proyecto
sobre la modernización de las universidades con vistas a la competitividad de
Europa en una economía mundial del conocimiento, dentro del cual se busca
articular los objetivos asignados a los sistemas de educación, con el impulso a
los sistemas de investigación e innovación y la diseminación de un nuevo término
clave: la creatividad. Comentaremos próximamente esta nueva agenda.