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26 de abril de 2012

Elecciones en Francia: Propuestas de Hollande sobre educación superior

El pasado domingo se celebró la elección presidencial en Francia. En ella el actual presidente, Nicolas Sarkozy, representante de la derecha moderada de ese país, fue desplazado en las preferencias electorales por el socialista François Hollande. La victoria de Hollande, sin embargo, no es definitiva. El sistema electoral de Francia establece que si ningún candidato logra mayoría simple en los comicios, debe celebrarse una segunda ronda de votación, en la que exclusivamente se presentan los dos primeros lugares de la primera.

De hecho el resultado fue muy parejo: para el presidente 27.2 por ciento, contra 28.6 por ciento de Hollande. A diferencia de estos resultados, hace cinco años, las primarias de la elección francesa perfilaban el triunfo que finalmente consiguió Sarkozy. En la primera ronda el candidato conservador consignó el 31.2 por ciento de los sufragios, seguido de la abanderada del Partido Socialista de Francia, Ségolène Royal, con 25.9 por ciento, no obstante que, días antes de la elección, las encuestas arrojaban datos de un posible empate técnico. La ventaja de Sarkozy no fue remontada: la segunda ronda electoral concluyó con un resultado de 53.1 por ciento para Sarkozy contra 46.9 por ciento a favor de Royal.

La corta ventaja conseguida por la izquierda puede ampliarse si se mantiene la tendencia favorable al cambio de dirección del gobierno francés. De hecho, en toda Europa los partidos opositores, sean de izquierda, derecha o centristas, se ha visto beneficiados por las repercusiones de la crisis económica regional, y Francia por supuesto no es la excepción.
 
Con todo, la moneda está en el aire. Las fuerzas políticas rivales están conscientes de que, para ganar la elección, requieren atraer de inmediato los votos que, en la primera ronda, favorecieron a las candidaturas de la ultraderecha y de los partidos centristas minoritarios. En particular la ultraderecha, abanderada en esta ocasión por Marine Le Pen, hija de Jean-Marie Le Pen, líder histórico del Frente Nacional. Marine sorprendió al conseguir más de 17 por ciento de los sufragios, lo que se atribuye, fundamentalmente, a la preferencia electoral de un sector de jóvenes desempleados, empobrecidos e inatendidos por las opciones políticas tradicionales.
 
Por ello, no es de extrañar que tanto Sarkozy como Hollande acentúen en sus campañas la “cuestión social”, aspecto que figura con igual importancia que las promesas de recuperación económica. La diferencia relevante es que, para Sarkozy, la recuperación sustenta y antecede a las opciones de mejora social, mientras que Hollande enfatiza la inmediata intervención gubernamental, a través de políticas y programas, para aminorar o al menos redistribuir los altos costos sociales de la crisis. Mejorar las condiciones de vida de la población, según Hollande, es una condición de posibilidad –no simplemente un efecto deseable pero incierto- de la reactivación económica.
 
La fórmula de Hollande está centrada en una reforma hacendaria que obligue al sector de mayores ingresos, tanto individuos y empresas, a apoyar al Estado, mediante un incremento progresivo y proporcional de los impuestos, a la puesta en operación de programas de educación, salud, vivienda, y sobre todo de empleo para los jóvenes.
 
En ese marco se ubican las propuestas educativas del candidato socialista. Las correspondientes al sistema de educación superior, ciencia y tecnología acentúan la importancia de recobrar la confianza de los jóvenes en la formación universitaria y tecnológica como canal de movilidad social y de preparación para el empleo formal. También la prioridad de devolver a los jóvenes científicos la expectativa de la ocupación académica como una forma digna de vida, con amplio reconocimiento social y con cabal valoración en los sectores laborales del gobierno y la empresa.
 
Las líneas de acción que se proponen centran la atención en aspectos como los siguientes: Reforma radical de los cursos de grado para evitar los indeseables niveles de deserción vigentes. En la actualidad más del cincuenta por ciento de quienes acceden al sistema de educación superior no concluye este nivel o no obtiene ningún título o certificado. Mejora de las condiciones de vida del estudiantado, en particular la puesta en funcionamiento de un Plan Nacional de Bienestar Estudiantil, que incluya opciones de beca de estudios, apoyos para vivienda, apoyos alimentarios para quienes lo requieran y programas de salud.

Señala Hollande que aunque la educación superior es gratuita, una proporción importante de estudiantes se ve obligado a buscar ingresos complementarios para sostenerse, lo que reduce las posibilidades de avance y logro escolar en este nivel. Mejorando las condiciones de vida estudiantil es posible, según la fórmula socialista, abatir la deserción y obtener muchos mejores resultados.

Para las instituciones propone reorientar la autonomía universitaria postulada durante el gobierno de Sarkozy. El candidato del PSF sugiere avanzar en el terreno de la democratización del gobierno universitario con mejores opciones de gestión colegiada. Se trata de transitar de la sola autonomía universitaria con respecto al Estado, al gobierno colegiado democrática de los establecimientos, argumenta.

Para el sector científico propone, fundamentalmente, desburocratizar y simplificar la administración del sistema. Hace ver que un científico dedicado a la búsqueda y gestión de fondos es un desperdicio de tiempo y talento. Por lo tanto recomienda fusionar organismos, eliminar procedimientos innecesarios o redundantes, y alentar una correcta división del trabajo. Además propone revisar los procesos de evaluación para que éstos dejen de ser un obstáculo en el desarrollo de los proyectos.

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