Después del primer debate entre los candidatos presidenciales, el
pasado 6 de mayo, todos los participantes se proclamaron triunfadores, por una
razón o por otra. Los medios resaltaron algunas de las propuestas colocadas en
la mesa de discusión, pero, sobre todo, hicieron notar el poco daño que se
hicieron mutuamente, a pesar de haber ocupado parte
del tiempo en señalamientos críticos de su desempeño político.
En lo personal, me llamaron más la atención las coincidencias en torno a los temas críticos del país en la coyuntura, así como la convergencia de propuestas. En varios aspectos, destacadamente en educación, ciencia y tecnología, tanto el diagnóstico como las recomendaciones son muy similares. Desde luego con matices.
El candidato del PANAL, Gabriel Quadri, fue quien se extendió con mayor amplitud sobre el tema porque, al parecer, es uno de los ejes de su plataforma liberal. Señaló que las condiciones del sector de ciencia y tecnología del país son “lamentables”. Al respecto utilizó, como contraste, el caso brasileño. Para ilustrar sus afirmaciones y sustentar una propuesta de renovación del sector brindó diversos datos, la mayoría de los cuales erróneos o al menos desactualizados.
Quadri dijo, por ejemplo, que “en el país se forman aproximadamente dos mil
doctores al año”. La cifra más reciente (2011) registra un total de más de
cuatro mil quinientos egresados de doctorado al año y poco más de tres mil
graduados de ese nivel. Parece que no, pero de dos mil a tres mil hay mucha
diferencia. Se doctoraban en México dos mil estudiantes en 2006. Mencionó
también que, en Brasil, la cifra de doctores por año asciende a seis o siete mil
por año “mientras nuestros políticos se pelean unos a otros”. Los políticos se
pelean, eso sí es cierto cierto, pero en Brasil lo real es que obtienen el grado
de doctor más de doce mil individuos al año.
El candidato del PANAL indicó también que “en México, en el año 2000, 185
doctores ingresaban al Sistema Nacional de Investigación. Hoy esta cifra se ha
reducido drásticamente.” ¿Se equivocó o qué quiso decir? En la actualidad el SNI
está integrado por más de 18 mil académicos y ha crecido, desde mediados de la
década pasada, a un ritmo superior al diez por ciento anual, lo que significa la
incorporación de cerca de mil nuevos miembros por año en promedio. La enorme
mayoría, de los nuevos integrantes, cuenta con el grado de doctor.
También, sin dejar de insistir en la rijosidad de los políticos, Quadri
comentó que “la presidenta del Brasil Dilma Rousseff hace apenas unas semanas
estuvo en Harvard, estuvo en MIT, estuvo en Yale firmando acuerdos con las
universidades, estas universidades que son de las mejores del mundo, para formar
a los cuadros de doctores brasileños en esas universidades. Cierto, pero ¿cabría
recordar al candidato que con esas mismas instituciones, y muchas más del
sistema educativo mexicano, ha suscrito y renovado convenios que incluyen becas
para estudiantes y condiciones de intercambio académico?
En universidades de Estados Unidos, hoy en día, estudian trece mil
setecientos mexicanos, de ellos más de cuatro mil en programas de posgrado. La
cifra correspondiente a Brasil es de ocho mil setecientos, tres mil en programas
de posgrado. En Harvard, para un ejemplo más específico, hay prácticamente el
mismo número de mexicanos que de brasileños (ochenta estudiantes,
respectivamente) que representan muy poco de los más de cuatro mil foráneos en
esa institución.
¿Quiere esto decir que México y Brasil están en las mismas condiciones en materia de política científica y tecnológica? No. La inversión pública y privada brasileña en el sector es prácticamente el doble que la que prevalece en México. Se destina en Brasil más de un punto porcentual de PIB a ello y en México, juntando las aportaciones públicas y privadas apenas se rebasa el medio punto porcentual. Esa es quizás la mayor diferencia. Por ello, tiene sentido la propuesta, que comparte por cierto con el resto de los candidatos, de encauzar una mayor cantidad de recursos a la generación de ciencia y tecnología en el país.
¿Quiere esto decir que México y Brasil están en las mismas condiciones en materia de política científica y tecnológica? No. La inversión pública y privada brasileña en el sector es prácticamente el doble que la que prevalece en México. Se destina en Brasil más de un punto porcentual de PIB a ello y en México, juntando las aportaciones públicas y privadas apenas se rebasa el medio punto porcentual. Esa es quizás la mayor diferencia. Por ello, tiene sentido la propuesta, que comparte por cierto con el resto de los candidatos, de encauzar una mayor cantidad de recursos a la generación de ciencia y tecnología en el país.
Con todo, no haría mal el candidato Gabriel Quadri en revisar sus cifras para
asentar mejor sus propuestas, sobre todo al abanderar a un partido que, se
supone, maneja el tema educativo como parte medular de su identidad política. Es
una obligación, aunque se defina como un ciudadano más.