El lunes 26 se anunciaron las primeras confirmaciones y relevos dentro del
grupo responsable de la conducción y administración de la Universidad Nacional,
como resultado del reciente cambio de rector. Se trata de movimientos al seno
del círculo más próximo a la Rectoría, el núcleo de la administración central,
el equipo de trabajo del doctor José Narro Robles, o más simple, el staff del
rector.
Algunos de los nuevos nombramientos provienen del área de salud, lo que en
cierto modo era previsible. Es el caso del médico cirujano Ramiro Jesús
Sandoval, hasta hace unos días director de la Facultad de Estudios Superiores
Iztacala, ahora designado secretario de Servicios a la Comunidad (SSC). El
puesto es de extrema confianza: la SSC se encarga, entre otras cosas, de la
seguridad interna, las actividades deportivas y recreativas, las relaciones con
ex alumnos, los programas de orientación y los servicios de transporte y
estacionamientos. El cargo es, simultáneamente, uno de los menos brillantes en
la estructura burocrática universitaria y una posición estratégica para la
gobernabilidad. A diferencia de otras responsabilidades, ésta se caracteriza por
su invisibilidad: se trata de que no pase nada en un lugar en el que, todo el
tiempo, puede pasar cualquier cosa. Así de grave.
El maestro Miguel Robles Bárcenas, médico veterinario con trayectoria
académica en la universidad, fue ubicado al frente de la secretaría particular.
Será responsable de controlar la agenda de Rectoría, de coordinar las relaciones
del rector con las demás autoridades y funcionarios de la institución y de
manejar una parte importante de las relaciones públicas con el gobierno y
sectores académicos y sociales. Dado que el doctor Narro Robles asumió el
compromiso de una mayor proximidad entre la Rectoría y las comunidades de la
universidad, seguramente el trabajo del maestro Robles Bárcenas será de alta
exigencia.
Al frente de la Secretaría General se nombró al doctor Sergio Alcocer
Martínez de Castro, quien este año iniciaba un segundo periodo como director del
Instituto de Ingeniería de la UNAM. El puesto es clave. La Secretaría General,
aparte de ser la segunda posición jerárquica en el escalafón de la
administración central, coordina una zona muy amplia de la actividad
universitaria; principalmente la función docente, la administración escolar, así
como el cómputo y las telecomunicaciones universitarias.
No menos importante, de esta secretaría depende la planeación académica en su
conjunto. ¿Se acoplará esta vez la UNAM a los procesos y ejercicios de
planeación y reforma que actualmente rigen en el resto de las universidades
públicas o seguirá su propio sendero?, ¿se encargará esta secretaría del enlace
operativo entre la institución y los organismos de representación universitaria
de alcance nacional e internacional? El punto es muy importante si se toma en
cuenta la actual expectativa de que la Universidad Nacional asuma plenamente una
postura de liderazgo, desde la cooperación y el tejido de alianzas, en el ámbito
de las universidades públicas del país. Vamos, en primer lugar, la relación con
la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior
(ANUIES).
Tradicionalmente, la Secretaria General ha sido encomendada a cuadros
académicos provenientes de las escuelas y facultades. Por ello, puede tener
significado e implicaciones que esta vez el encargo recaiga en alguien
proveniente de la estructura de investigación. Dicho sea de paso, el Instituto
de Ingeniería es una de las entidades académicas que reporta ingresos
extraordinarios significativos, sin duda los mayores dentro del sector de
investigación. En dicho instituto se realizan, fundamentalmente, proyectos de
investigación aplicada y desarrollo tecnológico que son el prototipo de las
prácticas de vinculación que la UNAM ha buscado emprender desde hace tiempo.
Junto con la renovación de la Secretaría General, la ratificación de la
doctora Rosaura Ruiz Gutiérrez como titular de la Secretaría de Desarrollo
Institucional, permite anticipar algunas modificaciones en las funciones y
enfoques de trabajo de ambas dependencias. No sería extraño que esta última
asumiera parte de las tareas de coordinación y ejecución que actualmente realiza
la Secretaría General, para un renovado balance de jurisdicciones. También es
importante el voto de confianza otorgado a Rosaura Ruiz que reconoce su
eficiente desempeño al frente del posgrado universitario y en el cargo que
continuará desempeñando. Este movimiento renueva horizontes para el futuro
político-académico de la doctora Ruiz. Lo merece y habrá que ver que pasa con el
tiempo.
A la secretaría administrativa llega el maestro Juan José Pérez Castañeda,
profesional con experiencia dentro de la universidad y en el sector salud. De
nueva cuenta, un puesto de confianza otorgado a quien sin duda es un hombre de
confianza del rector. El último nombramiento corresponde a la Dirección General
de Comunicación Social, en la cual se nombró a Enrique Balp Díaz, quien ha hecho
carrera tanto en la UNAM como en dependencias gubernamentales, incluida la
Secretaría de Salud y el IFE.
En resumen, un staff en que se combina cercanía con el rector, antes que
balance de fuerzas y compromisos; denota experiencia y un buen perfil académico.
Suerte a todos. Dicho lo anterior, se echa de menos, en esta instancia, la
presencia de cuadros de humanidades y ciencias sociales. Todavía faltan
nombramientos importantes: el abogado general, las coordinaciones de
investigación científica y humanidades, las direcciones del bachillerato, la
coordinación de difusión cultural y las coordinaciones académicas de área, entre
otros.
En su campaña el doctor Narro Robles tuvo ocasión de dialogar con académicos,
estudiantes y trabajadores. A estas alturas debe saber muy bien qué posiciones
han de mantenerse y cuales es indispensable renovar para hacer posible su
proyecto. También falta eso último: que sepamos por dónde va a marchar, no sólo
qué va a defender, la Universidad Nacional Autónoma de México los próximos años.