En Estados Unidos, la elección de los candidatos a la contienda presidencial
de este año ha entrado en zona de definición. Sin duda, el representante del
Partido Republicano será John McCain, salvo algún imponderable fuera de vista,
aunque la moneda sigue en el aire para la formación demócrata: ¿Barack Obama o
Hillary Clinton? Ambos conservan posibilidades y habrá que esperar hasta el
cierre de las primarias para conocer el resultado.
En las campañas y debates de esta fase, los temas de coyuntura han ocupado el lugar central: la guerra de Irak, la recesión de la economía nacional, la inmigración, la seguridad nacional y los impuestos. En menor medida, pero también con presencia en las campañas, temas de política social como el sistema de salud pública, la política de empleo, las pensiones y otros. En cambio, el debate sobre educación, ciencia y cultura ha tenido una presencia menor, aunque no del todo ausente.
En las campañas y debates de esta fase, los temas de coyuntura han ocupado el lugar central: la guerra de Irak, la recesión de la economía nacional, la inmigración, la seguridad nacional y los impuestos. En menor medida, pero también con presencia en las campañas, temas de política social como el sistema de salud pública, la política de empleo, las pensiones y otros. En cambio, el debate sobre educación, ciencia y cultura ha tenido una presencia menor, aunque no del todo ausente.
Sobre el estado actual, los retos y reformas de la educación superior
estadunidense sólo se han pronunciado los candidatos demócratas. En la campaña
de McCain el tema no ha sido presentado, salvo en lo que concierne a la
necesidad, sentida por el candidato, de apoyar con recursos fiscales la
investigación y el desarrollo tecnológico en el sector energético, con el
objetivo de disminuir la dependencia externa de combustibles.
A diferencia del candidato republicano, tanto Clinton como Obama han
desarrollado propuestas generales y específicas, algunas muy concretas, que
atañen a la responsabilidad federal en el terreno de la educación superior. Al
respecto, llama la atención, en primer lugar, un amplio grado de coincidencia en
el diagnóstico de los problemas, en el acotamiento de los temas relevantes e,
incluso, en la propuesta de soluciones. No obstante, hay matices que diferencian
las posturas.
Puntos de coincidencia:la plataforma demócrata 2008 sobre educación
superior
Hillary y Obama coinciden en subrayar la importancia de la educación superior
para la competitividad y el desarrollo de Estados Unidos.
Según Obama, para ser exitosa en la economía del siglo XXI, la fuerza de
trabajo estadunidense tiene que ser más innovadora y productiva que la de
nuestros competidores. Dar a todos los norteamericanos oportunidad de
acceder, costear y ser exitosos en la educación superior es un elemento crucial
para enfrentar ese reto.
En la plataforma de Clinton se establece que en el siglo XXI la educación
superior es más importante que nunca. Hillary cree que es tiempo para un nuevo
pacto con los americanos, un pacto que dé a todos los americanos deseosos de
trabajar duro las herramientas que necesitan para avanzar. Su plan hará la
educación superior más costeable y asequible que nunca, de modo que cada
americano que tenga la capacidad académica y el deseo de hacerlo, pueda obtener
un título de ese nivel.
También coinciden en el plano de la identificación de los problemas y los
límites que enfrenta el sistema en la actualidad. Así, por ejemplo:
- Los costos de la educación superior se han elevando cerca de 40 por ciento en los últimos cinco años. Entre 2001 y 2010, 2 millones de estudiantes académicamente calificados no irán al college porque no pueden pagarlo (Obama). Sólo 7 por ciento de los estudiantes de las comunidades de menores ingresos han obtenido el grado de bachiller (BA) a la edad de 26 años (Clinton).
- El 60 por ciento de todos los graduados de educación superior egresan con deuda. En promedio los egresados salen de las instituciones con 19 mil dólares de deuda (Obama).
- Uno de los obstáculos más significativos para terminar el collage es su costo. En los pasados 25 años, el costo promedio de inscripción y colegiaturas ha crecido más rápido que el ingreso personal, los precios al consumidor y aún el seguro de salud. Sólo en los últimos cinco años se ha elevado 35 por ciento. Como resultado, el graduado egresa de la educación superior con una deuda de 20 mil dólares y muchos graduados con el equivalente a una hipoteca en términos de deuda (Clinton).
- Sólo 12 por ciento de los hispanos y 16 por ciento de los afroestadunidenses eventualmente conseguirán un grado de bachiller, en contraste con 33 por ciento de los estudiantes blancos. El costo creciente del college es el factor que explica esa disparidad (Obama).
- Las universidades de EU generalmente se clasificaban como las primeras en el ámbito mundial por el porcentaje de jóvenes con estudios concluidos. Hemos caído hasta el lugar diecisiete no porque nuestros jóvenes no lo intenten sino porque muchos no terminan. Hoy, 25 por ciento de los estudiantes abandonan la escuela después del primer año y, cada año, medio millón de estudiantes comienzan estudios en colegios de cuatro años y fracasan en su intento de obtener el grado en un término de seis años (Clinton).
Para los dos candidatos el problema central son las condiciones de acceso y
permanencia en la educación superior, en particular, para los jóvenes de menos
recursos y las minorías étnicas. La base del problema es el costo de los
estudios y las perspectivas de respuesta tendrán que ser económicas. La primera
cuestión a resolver se refiere, en consecuencia, a qué políticas federales es
factible desarrollar para estimular el acceso y mejorar las posibilidades de
permanencia y conclusión de estudios en este nivel.
Las propuestas de Obama
En resumen, Barack Obama propone las siguientes medidas económicas y
administrativas: simplificar el proceso de solicitud de ayuda financiera;
implantar un nuevo programa de estímulo fiscal, denominado Oportunidad
americana; ampliar el programa de Becas Pell para estudiantes de bajos
ingresos, y eliminar el subsidio bancario del programa de becas educativas para
las familias.
El senador Obama hace notar que el proceso de solicitud de apoyo financiero a
través de créditos fiscales es, en la actualidad, complicado y burocrático que
ocasiona que una proporción importante de jóvenes elegibles o bien desistan de
cumplir el trámite, o bien sean rechazados en algún punto del mismo. Además,
generalmente la autorización se recibe con posterioridad a la inscripción en el
colegio o universidad y debe emprenderse un nuevo procedimiento para la
devolución del gasto erogado.
Para simplificar la tramitación, la propuesta del candidato consiste en
eliminar el formato de solicitud del crédito fiscal para educación superior la
forma Free Application for Federal Student Aid, que contiene más de un centenar
de preguntas sobre ingresos, gastos e impuestos pagados por la familia de los
estudiantes o por ellos si son independientes- y sustituirla por el marcado de
una sola casilla en el formato general de devolución de impuestos. Al marcar
dicha casilla se autorizaría al Departamento del Tesoro y al Departamento de
Educación a utilizar la información fiscal del solicitante. El procedimiento
tendría validez para la solicitud tanto del programa federal de Becas Pell, como
para las solicitudes de crédito fiscal administradas por la Tesorería: programa
HOPE y programa Lifetime Learning. Además, se anticipa, las aprobaciones serían
dadas a conocer previas al periodo de inscripciones en colegios y universidades.
Además Obama está proponiendo una nueva vía, el programa Oportunidad
americana, el cual, señala, tendrá carácter universal y completamente
reembolsable, asegurará que los primeros 4 mil dólares para educación superior
sean gratuitos para la mayoría de los estudiantes, y cubrirá dos tercios del
costo de la matrícula en el promedio de los colegios y universidades públicas.
Con respecto de las Becas Pell, principal instrumento de equidad social en la
política federal de educación superior, Obama hace notar que éstas han perdido
su poder adquisitivo: de 55 por ciento del costo de carreras de cuatro años a
principios de los años noventa a 32 por ciento en la actualidad. Propone
aumentar el monto de las becas, lo que posibilitaría, a su juicio, mejorar las
posibilidades de acceso de los grupos sociales desfavorecidos. Por último,
propone eliminar el subsidio a los bancos para la administración del Programa
Federal de Becas Educativas para la Familia, y en su lugar extender el programa
de Préstamo Directo que no requiere intermediación bancaria.
Aparte de las propuestas económico-administrativas, que ocupan la mayor parte
de la plataforma del candidato sobre educación superior, se presentan otras
iniciativas de reforma: el programa evaluación temprana, que consiste en pruebas
para que los estudiantes de educación media conozcan con antelación si cumplen
con el nivel académico exigido para ingresar a colegios y universidades, y el
programa de Alianzas con Colegios Comunitarios, que daría recursos a las
instituciones comprometidas en mejorar su eficiencia terminal y en adecuar su
perfil curricular a las necesidades de la industria local.
Las propuestas de Hillary
Al igual que Obama, la senadora demócrata propone crear un nuevo crédito
fiscal, en su versión por 3 mil 500 dólares para los primeros dos años de
estudios, incrementar el monto máximo de las Becas Pell, y destrabar la
burocracia del proceso de solicitud de ayuda financiera mediante crédito fiscal.
Su iniciativa de simplificación administrativa es básicamente la misma que la de
Obama, por lo cual no es necesario extenderse en ella.
En cambio, propone un mecanismo para la eventual disminución de cuotas y
colegiaturas a través de reglas de plena transparencia: hacer que todos los
colegios y universidades publiquen información verídica sobre estos conceptos e
instrumentar un procedimiento (una calculadora en línea) para que las familias y
los estudiantes puedan estimar el costo real y total de la educación superior en
la universidad y carrera de su preferencia.
Además, indica, se desarrollarán y publicarán indicadores de eficiencia
terminal por universidad y carrera, así como un índice de empleabilidad de los
egresados para que los estudiantes realicen un cálculo de costo-beneficio
ajustado a las expectativas de colocación laboral e ingresos en los distintos
niveles, modalidades, carreras y programas.
También propone una iniciativa fundamentalmente persuasiva para que las
universidades de élite amplíen sus programas de acceso a grupos en condición de
pobreza y minorías étnicas. Su argumento es que estas instituciones deberían
utilizar parte de sus fondos patrimoniales (endowment) en programas con enfoque
social, aunque no descarta la opción de estimular con instrumentos fiscales esta
estrategia.
Por último, al igual que el candidato Obama, Hillary propone colocar recursos
en el sistema de colegios comunitarios para mejorar su eficiencia terminal,
estimular la movilidad de egresados hacia programas universitarios, y crear
opciones de reforma curricular que actualicen la relación entre la oferta
educativa de los colegios y las actuales demandas del sector productivo.
Las omisiones
El interlocutor de ambos candidatos es el electorado estadounidense. Por ello
las propuestas están sobre todo centradas en el bolsillo del consumidor, antes
que en cualquier otro objetivo. No es de extrañar, a estas alturas, que
prácticamente todos los temas de la agenda internacional de cambio universitario
estén ausentes. Lo que se debate, por ejemplo, en el Espacio Europeo de la
Educación Superior, las recomendaciones de la OCDE, o el enfoque intercultural
de UNESCO, tienen presencia. Ni el gran discurso de la sociedad del
conocimiento, la ciudadanía planetaria, el compromiso con el medio ambiente, la
educación para la paz y la tolerancia forman parte del debate. Por ahora el
pequeño discurso de los centavos. He ahí el dilema.