Tiene 23 años, cursó la carrera de Geografía en la Universidad de Chile,
encabeza desde 2010 la Federación de Estudiantes de Chile (FECH) y ha sido una
figura clave en el movimiento de estudiantes y académicos que está confrontando
las propuestas de cambios en el sistema educativo de ese país anunciadas por el
presidente Sebastián Piñera el pasado 21 de mayo. Es una figura de indudable
carisma a la que la prensa local y los medios internacionales han prestado gran
atención, presentándola como la cara de un movimiento de jóvenes que ha puesto
en jaque a la opción política de la derecha chilena.
Pero Camila Vallejo es más que una figura mediática. En su campaña para
contender por la presidencia de la FECH consiguió articular, junto con las
organizaciones que respaldaron su candidatura, la plataforma de enfoque y acción
política que más tarde orientaría los planteamientos centrales de la
movilización de 2011. Al tomar posesión del cargo de presidenta de la
Federación, en noviembre de 2010, expresó los trazos básicos de esa propuesta
política. Vale la pena citar algunos fragmentos:
“Nuestra visión es la de una universidad que se ubique ya no en los primeros
rankings de la competencia o el marketing universitario, de los cuales hoy en
día mucho se habla, sino que se ubique en el primer lugar de aporte al
desarrollo social del país, el primer lugar en el fomento de la equidad en
cuanto a la composición social de sus estudiantes, que ocupe el primer lugar en
el desarrollo de la ciencia y tecnología al servicio de los intereses de Chile y
su pueblo.
“Creemos en una universidad permanentemente vinculada con los problemas que
nuestro pueblo le presenta, activa en la búsqueda de soluciones y en la entrega
de aportes por medio del conocimiento.
“Sin embargo, nuestra realidad actual dista mucho de estos conceptos
brevemente aquí esbozados, hoy la universidad es cada vez más un proyecto sin
otro norte que no sea el que le señala el mercado, a la educación superior se le
ha puesto precio y nuestras universidades son medidas por criterios industriales
de producción como si fueran una empresa más dentro del esquema productivo de la
nación, una empresa especial con muchas comodidades en su proceso productivo,
pero empresa al fin y al cabo.
“¿Seguiremos dejando que solo aquellas disciplinas que son rentables en el
mercado alcancen niveles de desarrollo armónicos y de excelencia? O
¿aseguraremos de manera efectiva que todas las áreas del conocimiento tengan un
trato justo y así puedan contribuir a consolidar la sociedad que anhelamos, ya
no solo en términos económicos, sino en términos culturales, intelectuales,
cívicos, valóricos, es decir, con seres humanos íntegros?
“Por más que quieran hacernos creer lo contrario, para nosotros la
universidad no puede ser un negocio ni mucho menos la educación puede ser una
mercancía. La pelea será dura, pero está el futuro de la universidad en juego y
en esta batalla nosotros no bajaremos los brazos.”
Este discurso fue originalmente difundido por la edición chilena de Le Monde
Diplomatique y ha sido reproducido en numerosos medios impresos y electrónicos.
Se conoce como el “Discurso de Asunción” de Camila Vallejo y vale la pena su
lectura completa.
En el transcurso de la protesta estudiantil iniciada hace ya tres meses,
Camila Vallejo ha desempeñado el papel de vocera oficial del movimiento. En las
semanas recientes ha sido entrevistada prácticamente a diario sin perder el tono
de mesura en la expresión y una invariable lucidez en sus respuestas. Casi a
cualquier cuestionamiento responde en forma lógica y eficaz, que cualquiera
comprende, aunque no todos compartan:
Ustedes aseguran que el sistema educativo chileno está en crisis. ¿En qué
cifras o datos se sustenta esa afirmación?
En varios: el costo de estudiar aumenta cada vez más, la tasa de deserciones
por no poder pagar alcanza 65 por ciento en los tres quintiles más bajos y 58
por ciento de los que egresan terminan trabajando en algo que no tiene nada que
ver con lo que estudiaron.
¿Qué opinión le merece el pronunciamiento del presidente Piñera en el
sentido de que “nada es gratis en esta vida” y que “aunque todos quisiéramos que
la educación fuera gratis, alguien tiene que pagarla…”?
Eso es cierto; lo que pasa es que nosotros creemos que debe pagarla el
Estado.
¿Qué bloquea, concretamente, la posibilidad de un diálogo?
Que el
gobierno nos invita a trabajar sobre su agenda y no sobre los puntos que hemos
venido demandando.
Si pudiera enviarle un mensaje al presidente Piñera, ¿qué le diría?
Que tiene una oportunidad histórica para recuperar la educación pública y que
no es necesario mantener un modelo que sólo contribuye a garantizar la
desigualdad. Ojalá escuche las demandas del pueblo chileno y todos podamos vivir
en un país más justo y libre (diario El Tiempo, Bogotá, 14/08/2011).